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Mapa del estado de Gambela. Fuente: Horn Affairs.

El pasado viernes, 15 de abril, un grupo de guerrilleros de la etnia Murle, procedentes de Sudán del Sur, cruzaron la frontera del estado etíope de Gambela para perpetrar un ataque que afectó a los woredas (distritos) de Nare, Dikawa y Mekuwe.

Según el gobierno etíope, los atacantes, a los que define como grupos de bandidos, asesinaron a 140 personas y raptaron a 39 niños, mientras fuentes sudanesas aumentan el saldo de muertos a 170. La respuesta del ejército etíope, que se habría internado en territorio sursudanés, habría provocado la muerte de 60 de los asaltantes. A falta de confirmación, se cree que la operación de castigo continúa.

La mayor parte de los asesinados pertenecen a la etnia Nuer, mayoritaria en la región. La agresión se encuadra dentro de los conflictos interétnicos que afectan a Sudán del Sur y al estado regional de Gambela. No en vano, los Murle son considerados por las etnias vecinas como practicantes de magia negra y ladrones de ganado.

Según el diario digital Horn Affairs, no se trataría del primer ataque de guerrillas Murle contra territorio etíope, ya que poco antes habrían provocado 16 muertos en el woreda de Abobo, también en Gambela. El gobierno etíope descarta que se trate de una operación militar respaldada por el gobierno sursudanés.

El estado regional de Gambela comparte con el vecino Sudán del Sur dos grupos étnicos: los Nuer, que componen el 46% de sus 307.096 habitantes, y los Anuak. Como consecuencia de la guerra civil que afecta al estado más joven del mundo, la demografía de Gambela se ha alterado gravemente, ya que actualmente acoge a más de 270.000 personas que viven como refugiados en los campamentos de Jewi, Pugnido, Okugo, Kule o Tierkidi, entre otros, lo que ha supuesto duplicar la población regional, con todos los problemas logísticos y de alimentación que eso supone.

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Gambela en Etiopía. Fuente: Wikimedia.

Gambela es uno de los estados más subdesarrollados del país. Las diferentes etnias que lo pueblan practican la ganadería y la agricultura de subsistencia. Las infraestructuras, poco desarrolladas, hacen que sea uno de los kililoch (estados regionales) más remotos de Etiopía. Al estar ubicado en la cuenca del Nilo, su escasa altitud facilita la existencia de mosquitos transmisores de malaria y otras enfermedades endémicas. La mayoría de la población (70%) practica el cristianismo evangélico gracias a la intensa actividad de varios grupos misioneros radicados en la zona desde hace décadas.