Pocas ciudades hay más evocadoras que la antiquísima Harar, corazón del islam etíope a la que sus habitantes llaman gey (la ciudad), de la que hemos hablado en otras ocasiones. Aunque durante el medievo etíope existieron numerosos centros urbanos musulmanes, Harar fue la única que sobrevivió al hundimiento del sultanato de Bar Sa’ad ad-Din tras la muerte del imán Ahmad Grañ en 1543. Aunque carece de edificios monumentales como las otras grandes medinas musulmanas -Marrakech, El Cairo o Damasco, entre otras-, cuenta con un encanto particular que el artista Carlos Mariné Bellido ha sabido capturar en sus hermosos dibujos.

Seguir leyendo