Este artículo ha sido elaborado para la sección La Biblioteca de Tombuctú del programa de radio Tras las Huellas del Tiempo. Puede escuchar el podcast aquí:
En el año de 1560 una flota portuguesa arribó por primera vez a la desembocadura del río Kwanza (Cuanza), en la costa de la actual Angola, que por aquel entonces pertenecía al reino Ndongo, el cual englobaba a la etnia mbundu. Paulo Dias de Novais, líder de la expedición lusa, pronto se interesó por la región, pensando que quizá pudiera albergar en sus entrañas vetas de oro y plata. Por ello, en 1575 fundó la ciudad de São Paulo da Assunção de Loanda –la actual Luanda-, arrebatando a Ndongo su franja costera. A esa extensión de tierra le darían el nombre de Angola en homenaje al título del rey de los Ndongo, el Ngola.
Los portugueses no encontraron los metales preciosos que codiciaban, aunque se conformaron con un premio de consolación mucho más siniestro: pronto el villorio de Luanda se transformaría en uno de los mayores puertos de exportación de esclavos del continente.
La necesidad de capturar las ingentes cantidades de esclavos demandadas por las plantaciones brasileñas hizo necesario que los portugueses se internasen en territorio ndongo a través del valle del Cuanza. El rey Mbandi Ngola Kiluanji de Ndongo, harto de los abusos de los lusos, se enfrentó militarmente a ellos, hostigándoles desde 1580. El monarca tenía dos hijos: el mayor, llamado Ngola Mbandi, era de naturaleza endeble y envidiosa, mientras que su hermana Nzinga era carismática e inteligente y, además, había recibido una esmerada educación por parte de unos misioneros portugueses, lo que le permitió dominar su lengua.
A la muerte del rey, Ngola Mbandi subió al poder en 1617, pero, celoso de su hermana, ordenó asesinar a su único hijo. La guerra con los portugueses comenzaba a tomar el cariz de pesadilla sin fin, lo que exigió que el rey recurriese a la inteligente Nzinga a fin de negociar la paz.
Nzinga partió a Luanda a negociar un tratado de paz duradero, pero una vez allí el gobernador portugués intentó humillarla al hacer que compareciese ante él sentada en el suelo, algo que en la cultura mbundu sólo se hace con los subordinados. Ella, ni corta ni perezosa, ordenó a una de sus siervas que se pusiera a cuatro patas para que, a modo de escabel, la resuelta Nzinga pudiera sentarse frente al luso. Además, su hábil manejo de la lengua portuguesa impresionó al gobernador João Correia de Sousa.
Los portugueses trataron de obtener un fuerte tributo anual y el vasallaje de Ndongo. Nzinga rechazó esto, pero a cambio aceptó un nuevo trazado de las fronteras de su reino y ser bautizada en la fe católica con el nombre de Ana de Sousa. Corría el año de 1623.
Sin embargo, los portugueses no respetarán el tratado de paz. La guarnición del fuerte de Ambaca, cerca de la antigua capital, Kabasa, no es desmantelada, y pronto los mercenarios imbangala vuelven a saquear poblados enteros. El rey Ngola Mbandi se suicida –aunque hay quien cree que Nzinga ordenó envenenarlo-, lo que permitió a su hermana acceder al trono en 1624 con el nombre de Ngola Mbandi Nzinga Bandi Kia Ngola. La primera acción de la flamante nueva reina fue la conquista del vecino reino de Matamba, lo que fortaleció aún más su posición.
La situación se volvió más favorable para el reino de Ndongo y Matamba en 1641, cuando los holandeses capturan el puerto de Luanda. La reina no duda en firmar con ellos y con el vecino reino de Kongo una alianza contra Portugal, consiguiendo una notable victoria en Ngoleme en 1644. Posteriormente, sufrió una grave derrota en Kavanga en la que perdió parte de sus archivos y a una hermana. Además, en 1648 una expedición portuguesa reconquistaba Luanda, expulsando a los holandeses y poniendo en serias dificultades a la reina.
Tras años de combates infructuosos, los portugueses se percataron de que Nzinga nunca aceptaría someterse a su dominio. El nuevo gobernador Salvador Correia buscó la firma de un tratado de paz en que se reconocía la soberanía del reino de Ndongo y Matamba, el cual fue firmado por el rey Pedro II el 24 de noviembre de 1657.
Finalmente, la reina Nzinga, o doña Ana de Sousa, pudo alcanzar su anhelada paz. Sus últimos años los dedicó a fortalecer sus reinos, intentando sanar las heridas de décadas de guerras. Falleció en 1663 a la nada desdeñable edad de 82 años. Aunque sus reinos serían tiempo después incorporados a la colonia de Angola, su legado aún vive, recordando a los angoleños que hubo una vez una reina orgullosa que no quiso postrarse ante el colonizador.
Para saber más
- [CÓMIC] Masioni, P., et alii. Njinga Mbandi. Queen of Ndongo and Matamba. UNESCO, 2014
- [PELÍCULA] Njinga, Rainha de Angola (Brasil, 2013). Dirigida por Sérgio Graciano.
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